La oferta gastronómica del
poniente de Mérida se enriquece con la apertura de El Mero Mero, ubicado en la
nueva, moderna y estética Plaza Paseo Canek, donde también han abierto Las de Guanatos, Dormimundo, Humanimals y Tere Cazola. Un agradable espacio climatizado y ambientado
con muy buen gusto, donde la prioridad es la frescura y el sabor de los
platillos. Asistimos a la inauguración y pedimos bastante comida, escogiendo,
en honor a la verdad, entre las opciones más económicas con la intención de
probar lo más posible. Acabamos muy satisfechos porque los platos están super
bien servidos. Nos recibieron con un cortés caldito de camarón, consistente y
sabroso; seguimos con un ceviche verde de pescado con pepino, tan fresco que
ante la vista parecía de caracol. Las empanadas de marlin están bien gordas,
deliciosas con su guacamole, y los tacos de pulpo al ajillo con tortillas a
mano, grandiosos con su lluvia de ajonjolí, al igual que los de camarón al
chipotle. La tostada de camarón, un volcán de esplendidez y ricura. El caldo de
mariscos, en su punto de picor y consistencia, bien caliente, en contraste con
las heladas y económicas cervezas (28 pesos). Todo ello acompañado de salsas
diversas: cacahuate, mango, habanero, chile de árbol... Los precios, como
podrán ver en el menú, van de los 34 a los 170 pesos en general, aunque también
se ofrecen cortes y otros productos de precio más elevado. Ambientó la tarde el
grupo de pop acústico Palomazo Band, integrado por Laura Patrón, Daniel Ruz,
Alejandro Palma y Rodrigo Ruiz, quienes tocaron canciones chingonas en inglés y
español. Muchas felicidades al chef Armando Espinosa y su chévere equipo de
cociner@s, así como a los anfitriones Javier Díaz y Pepe Góngora por su
hospitalidad.
lunes, 2 de octubre de 2017
Mágica noche en el Esvedra Downtown
Caminaba por el centro con una amiga y nos topamos con este restaurante. Está a unos pasos de la iglesia de Santa Lucía, sobre la 55. Me dio mucho gusto encontrar en la puerta a nuestro amigo Juan Ávila, publirrelacionista, quien amable nos enseñó el menú e invitó a pasar. No era nuestra idea quedarnos, pero al sentir el mágico ambiente nos quedamos. El lugar es hermoso, en el amplio patio de una casona antigua, pero la decoración es moderna y cosmopolita como en general lo es la clientela. No analicé bien el menú, pues de antemano los precios me parecieron altos no porque en realidad lo fueran, sino porque quizás no era la idea cenar en un lugar tan exquisito y hasta cierto punto dirigido al turismo. Sin embargo encontramos una pizza de peperoni por 169 pesos, que resultó estar bien grande, delgada, crujiente y deliciosa, y un pan con hongos y queso, también de buen tamaño, sabor y consistencia, por 70 pesos. Las cervezas, si mal no recuerdo, a 50 pesos. La música a cargo del DJ estuvo muy agradable, a un volumen perfecto, y el espacio al aire libre y la noche estuvieron de maravilla, con un clima perfecto.
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