A la víbora
de la mar Pacific Seafood & Cantina ofrece un variado menú de pescados y
mariscos preparados con recetas de ayer, hoy y mañana por un dinámico grupo de
cocineros bajo la dirección del talentoso chef yucateco Edwin Santos, egresado
de la Escuela Culinaria del Sureste: entradas al centro, antojitos, tacos,
gringas y carnitas de atún, chilpacholes, ceviches, cocteles, carpaccios y
aguachiles, pastas, especialidades y guisos a base de camarón, caracol, pulpo,
calamar y filete de pescado, así como postres y raciones para niños, con
precios que van de los 45 a los 269 pesos.
El
restaurante fue abierto en 2008 por sus anteriores dueños, pero desde 2010 pertenece
a los empresarios Luis Silva Herrera y Rubén Arjona Ortiz, quienes han logrado
posicionarse con gran aceptación en Mérida gracias a su estratégica ubicación,
la frescura de sus productos de temporada surtidos a diario por la empresa
Propesmar y la conformación de un valioso equipo humano coordinado por el
gerente Hernán Pech Gómez, mejor conocido como El Amigo “H”, quien me invitó a
esta memorable degustación.
Aunque la
oferta de platillos es bastante amplia y pudiera pensarse que las órdenes
saldrán con demora, lo cierto es que se trata de muchas recetas basadas en
elementos en común: ostiones, camarones, jaiba, pulpo, calamar, callo de hacha,
atún, marlin y pescados de la región, por lo que el servicio es muy ágil. Pude
apreciar que el sitio cuenta con una clientela fiel que regresa a disfrutar de
su comida y de la promoción permanente de tragos servidos en la mesa con la
cantidad de alcohol que indique el comensal.
Recibí de
entrada un caldito de camarón servido en vaso: consistente, aromático,
delicioso. Luego un “ceviche víbora” de pulpo frito, camarón y pico de gallo
con cebolla morada, pepino y aguacate, en el que cada ingrediente presenta una
textura perfecta y que en conjunto otorgan la sabrosa ilusión de estar en la
playa… Tacos de carnitas de atún, servidos a la manera terrestre cual porcino
de lonchería, muy ricos. Y tacos de queso relleno de camarones, con el
tradicional gallo azul en versión marina en atinada combinación.
Acto
seguido, el platillo más exitoso del lugar, ordenado en varias de las mesas
contiguas: Especial de pulpo al mojo de xcatic,
donde el molusco es presentado entero, frito, sobre una cama de arroz
azafranado, y cubierto con un salsa de chile regional y cebolla aderezados con
soya y limón. Exquisito. Sólo de recordarlo me dan ganas de regresar. Por
insistencia del anfitrión probé dos de los postres de la casa: pay de limón y
brownie con helado, ambos con todas las de la ley, a la altura de las mejores
reposterías.
A la víbora
de la mar está ubicado en Plaza Cascada, calle 32 entre 53 y 55, San Antonio
Cucul, cerca de la glorieta de El Pocito. Funciona de lunes a domingos de 13 a
19 horas, aunque, al estilo de don Vicente Fernández, cierra “hasta que se vaya
el último cliente”. Mil gracias a El Amigo “H” y al mesero Marco Rosado (a) El
Padrino por sus finas atenciones, así como a mis amigos, los antropólogos
Enrique Rodríguez y Miguel Lisbona, y el pianista Luis Herrera, por su
agradable compañía.
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